En entradas anteriores he aclarado el verdadero significado de la intención, al menos en este espacio de coaching. Hablamos acerca de cómo esta es la que genera resultados porque tiene qué ver con la energía que imprimimos a cada momento y objetivo de nuestra vida: la intención es lo que realmente vemos afuera, no lo que deseamos que sea.
A partir de esta premisa, en el artículo de hoy les quiero contar por qué es que todo lo que materializan en el mundo exterior es el resultado de la intención o energía también de la persona que son, no sólo de lo que hacen. El ser humano es de hacer y tener antes que ser, en ese contexto fuimos formados, y condicionamos mucha de nuestra valía a ello: “somos” por lo que hacemos y por lo que tenemos. Por eso creemos que haciendo y haciendo llegaremos a lo que sea que deseamos, pero se nos olvida que para llegar hay más de un camino, y que quienes somos importa e impacta también el resultado. El condicionamiento nos enseñó que para ser primero hay que tener; la verdad es que la gente plena: es, luego hace y por ello tiene. El origen de todo está en el ser (la intención), no en el hacer (mecanismo).
Esta es la interpretación de la fórmula intención = resultado: 100% intención, 0% mecanismo.
Si intención es energía en acción, esta energía proviene también de quienes somos, es decir, de la conversación interna de cada uno. De este modo, los resultados de nuestra vida son mucho de la persona que somos en esencia y no tanto de lo que hacemos.
Para demostrar el 0% mecanismo, pensemos en una meta clara. Para llegar del punto A al punto B los caminos pueden ser infinitos; las formas, múltiples, pero la intención es una y lo es todo, por ello es el 100% ¿Quieren ver la intención real en cada aspecto de su vida? Volteen a ver sus resultados. It is what it is. Los resultados son feedback, nos dicen lo que verdaderamente accionamos para desarrollar los distintos aspectos que nos integran: profesionales, económicos, de relaciones, personales, etc. La gente que pone el peso en el mecanismo es la que, cuando falla, puede convertirse en víctima de las circunstancias y es porque creen que tiene qué ver con el hacer “por qué si me esforcé tanto”, “por qué si le chingo diario”, “si hubiera tenido, conocido, sabido”, etc. El hecho es que han puesto su intención en ser víctimas y no parte activa de su destino: tengo lo que tengo y ahora qué.
Por ello es que todo parte de la energía de la mente -que luego incorporamos a nosotros y finalmente direccionamos- la que en realidad crea nuestros sueños y cumple nuestros deseos. Si seguimos creyendo que el camino es más de hacer o tener, estamos constantemente limitando nuestro alcance porque lo condicionamos a pensamientos como: “cuando tenga esto”, “cuando logre aquello”, “el día que me pase tal”, etc. La clave está en moverse y cuidar la actitud, la energía y cómo nos comportamos en el inter para llegar lejos.
No es lo que hacemos sino quienes somos mientras lo hacemos lo que determina nuestros resultados.
Cuidemos sobre todo quiénes somos, cómo nos mostramos y la actitud que adoptamos antes que la cantidad de mecanismos que empleamos; lo que nos llevará lejos es nuestra intención de ser, no de hacer.
Marta Ro