La tercera ola, la variante Delta, el repunte de casos, la mala gestión de la pandemia en México…
Todo allá afuera parece que son malas noticias, pues además de la crisis sanitaria, los problemas sociales de desempleo y crisis se agudizaron desde que inició la pandemia por COVID-19 hace más de un año.
Al principio, cuando todos aún desconocíamos el virus y sus implicaciones, yo me sentía igual de temerosa y desconfiada; hasta ahora he tomado mis precauciones y sigo siendo prudente y consciente de lo que esta pandemia significa en términos de salud. Pero soy coach de mentalidad y también siento la responsabilidad de decir lo que noto en el espacio respecto a este tema. Ha pasado más de un año desde que nos cambió la vida y aún nos cuesta entender que el virus, amigos, no se va a ir: el virus llegó para quedarse. Sé que suena rudo y quizás algo frío de mi parte, pero vivir pensando en nunca contagiarnos, y sobre todo, esperando el fin de la pandemia es lo que nos mete en un caos mental que es, incluso, más peligroso que el mismo virus.
Por favor no lean esto como algo insensible o poco consciente de mi parte, hay que seguir cuidándonos entre todos, pero también hay que poner atención a nuestros pensamientos y a quiénes somos ahora nosotros respecto a la pandemia ¿Cómo ha evolucionado nuestra mentalidad frente a un evento como este? ¿Dónde estamos parados con relación a la aceptación de un nuevo virus? Hago estas preguntas porque noto una ansiedad infinita de muchos porque esto “ya termine”, un miedo -a veces fuera de control- de estar con los demás, un juicio feroz que separa a los buenos de los irresponsables y muchas habladurías sobre lo peor que esto se va a poner.
Para nada quiero minimizar la situación, no será jamás mi intención, pero sí quiero hacer un llamado a neutralizar nuestra postura al respecto. No notamos cuánto caos generamos alrededor de algo que de por sí ya es caótico, y eso también es peligrosísimo. Cuidemos nuestras acciones pero también nuestras palabras que pueden inyectar de miedo a otros, pues no dudo que haya quien se esté limitando a hacer algo porque algunos lo tachen de inconsciente o simplemente vivan con mayor ansiedad por escuchar todo el rato “lo peligroso que está”, “lo mal que está el país”, “la crisis que se va a hacer más notoria”, etc. Yo sé que todo eso ocurre y que hay muchos temas que no podemos controlar, pero sí podemos comenzar a vivir con la pandemia y no a pesar de ella.
El coronavirus es un hito histórico, pero ya está aquí, llevamos meses en esta historia y más vale que comencemos a cambiar nuestra manera de pensar o nos va a comer, no la enfermedad, sino nuestros propios pensamientos. Como siempre lo menciono, este evento es neutro -igual que todos- y cada uno tenemos la posibilidad de elegir cómo vivirlo: en conciencia y apertura o en caos.
Tú también estás contagiando a otros con lo que les haces pensar sobre la pandemia.
Celebro la divulgación de las noticias y de protocolos de seguridad, pero nosotros también somos portadores del virus de la infodemia y vamos contagiando a otros con lo que creemos que debe ocurrir. ¿Por qué no invitamos a otros a vivir la crisis con creatividad para explorar un estilo de vida más saludable, por qué no enseñamos lo que hemos aprendido sobre pasar tiempo en casa, por qué no compartimos el modelo de negocio que descubrimos en la pandemia o por qué no ofrecemos alternativas de cuidado personal y salud mental para apoyarles a sobrellevar la situación?
Si allá afuera nada está en nuestro control, nuestra mentalidad activa sobre la que sí podemos trabajar es el medio para sacar a otros del estado de caos en el que están motivándolos a buscar el cómo sí en todo lo que hagan: cómo sí puedo vivir con el virus latente, cómo sí puedo hacer por los demás cuidándome y cuidándolos, cómo sí puedo seguir desarrollando mi negocio, cómo sí puedo retomar mis relaciones afectivas con responsabilidad, cómo sí puedo estar en movimiento para sacar al país adelante.
Por favor les pido que dejen de esperar a que esto termine; mejor, actuemos en consecuencia y acallemos la mente un rato de todo lo horrible “que va a pasar” y en muchos casos ni siquiera está ocurriendo. Pienso que ser responsable en una pandemia como esta va más allá de usar gel y mascarilla, implica el despertar humano de solidarizarnos con los menos favorecidos pero desde un lugar poderoso en el que sí pueden vivir la vida y seguir adelante.
No todo está mal ni todo se va a poner peor, es cómo entramos a este nivel en el juego de la vida, y eso tiene mucho más que ver con la mente que con los protocolos sanitarios. Seamos responsables con la salud, pero también con la mente de quienes nos rodean.
Marta Ro.