Piensa como un científico

Para el artículo de esta semana retomé mi lectura más reciente: ‘Think Again’ de Adam Grant, más que para hacerles un review, que de eso no se trata, para contarles cómo es que Grant llegó a un planteamiento que puede ser útil en la vida de todos sin importar qué profesión o trabajo ejerzamos, y ese es precisamente el título de esta entrada: piensa como un científico.

Antes de comenzar, podría decir que existe una convención social sobre cómo se ve un científico. Generalmente lo asociamos con una personalidad firme, fría, quizá hasta un poco rígida; exacto, preciso y pulcro en su forma. Un profesional que está detrás de la verdad con fundamentos, ‘la base científica’. Pues es esta concepción de un científico la que Grant coloca sobre la mesa para poner atención a la flexibilidad de su pensamiento. 

Un científico está constantemente confrontado a sus hipótesis; es decir, su trabajo es demostrarlas o revocarlas para llegar al conocimiento. Para él, la verdad no es la razón que planteó en un inicio, sino lo comprobable, medible y posible de explicar, y la manera de llegar a ese resultado es la experimentación. El científico experimenta para saber si su planteamiento es verdadero, y cuando no lo es, no se engancha con lo que creyó que sería la verdad, sino vuelve a experimentar una y otra vez porque sabe que en ello hay información que le permitirá progresar.

Esta manera de pensar de un científico es la que Grant encuentra valiosa para practicar en la cotidianidad. Otro punto importante es que la ubica como un estado mental, no como una característica propia de un científico, lo que nos deja ver que es posible para todos pensar como ellos.

¿Cómo se vería nuestra vida si pensáramos como un científico? ¿Si supiéramos navegar los errores con la confianza de que hay otra manera de llegar a nuestra verdad? Sólo quien piensa como científico está abierto a cuestionar sus puntos de vista y repensar lo que cree como verdadero, ‘Think Again’.

Pensar de nuevo es la posibilidad que nos plantea el autor como el mejor recurso para mantener la mente abierta y cuestionar todos los paradigmas, esquemas o creencias que nos rodean. Un científico no se pelea por tener la razón, sino piensa de nuevo las veces necesarias para entender las razones por las que está equivocado. Pensar como uno es, sobre todo, un ejercicio de humildad para aceptar que la inteligencia no es la acumulación de conocimiento, sino la facilidad de adaptarse al cambio como consecuencia de que lo que sabemos hoy probablemente mañana deje de ser y es necesario desaprender para aprender nuevamente; además de un transitar constante entre la duda y la curiosidad. 

Como entrenadora añadiría el componente emocional. Un tema importante es el manejo de las emociones y lo complicado que a veces como seres humanos nos resulta dejarlas de lado en la toma de decisiones. En este símil con un científico, no perdamos de vista esto como otra buena práctica: ellos no meten emoción a su labor porque lo importante es mantener la objetividad frente a lo que buscan demostrar. Lo mismo podemos practicar en nuestra vida, no porque las emociones no importen o no impacten, sino porque es posible vivir en neutralidad entendiendo que hay maneras de llegar sin engancharse, y que las variables son sólo eso, variables cambiantes. 

Les invito a pensar como un científico, a experimentar otras maneras y a repensar sus posturas para entender que la verdad es un camino que construimos con información diversa, y que la única manera de aprender y progresar es cuestionar lo que hasta entonces habíamos dado como cierto. 

Marta RO. 

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