Estoy segura que no hay una persona en el mundo incapaz de nombrar los cinco sentidos del ser humano, como estoy convencida de la existencia de un sexto que poseemos todos, pero que pocos consideran para moverse y evolucionar en su propio proceso.
En el plano físico, el cuerpo es la interfaz del alma en el planeta. Es a través de los sentidos que reconocemos el mundo y nos ubicamos en él, pues con ellos integramos la información del exterior a nuestro propio cuerpo, para luego, darle una interpretación con la mente.
Sentidos = sentir. Es por ello que los cinco sentidos son una vía de comunicación de afuera hacia adentro y nos hacen percibir la vida diferente a cada uno. Siempre me ha parecido curioso, por ejemplo, que decimos saber cómo son los colores. Hablamos de verde, azul, rojo, etc… ¿Pero se han preguntado si todos los vemos iguales? ¿Quién sabe en realidad que el verde que tú ves es el verde que ven los demás? Es un juego de posibilidades.
Sin embargo, hay un sexto sentido que se expresa de adentro hacia afuera; se trata de la intuición. Le llamo el número seis porque, igual que el resto, está integrado en el aspecto sensorial que nos permite interactuar y conectar con el mundo, aunque de una manera más sutil. La intuición es la sabiduría humana que cada uno de nosotros posee y nos acerca a la verdad.
Sé que más de una vez se han puesto en contacto con su intuición y también sé que más de una vez la han ignorado o silenciado. Ocurre porque le damos demasiado peso a la mente y creemos que es esta la que sabe el camino, cuando sabemos que dentro está la respuesta. La verdad vive en nosotros, queridos y es bien fácil identificarla: cuando no nos gusta, nos pesa o nos hace dudar.
La intuición es el alma expresándose; se manifiesta en espacios de silencio, en momentos de contemplación, en mantenerse presente, pero de igual manera en modo de alerta o advertencia, porque el alma sabe mucho antes y mucho más que la mente. El cuerpo habla, es el alma.
Una manera de ver la intuición es observar y sentir nuestro cuerpo; la intuición es una respuesta:
- Sabían cuando no era él o ella.
- Sabían cuando podían traicionarles.
- Sabían que esa persona no era de fiar.
- Sabían cuando eso no iba a funcionar.
- Sabían cuando por ahí no era el camino.
Pero es más fácil ignorar y creer que será distinto, porque esa es la “promesa” de la mente; dejamos que la mente guíe y es el cuerpo el que siempre tiene la respuesta.
La intuición es la brújula. La mente es el mapa.
Dejemos que la brújula guíe y el mapa nos de tierra en el camino, esa siempre será la respuesta correcta.
Marta Ro.
2 respuestas
Considero que si reconozco mi sexto sentido, sin embargo, también reconozco que lo he ignorado muchas veces, vencida por algún miedo o inseguridad, incluso por la creencia de que era «más cómodo» ignorarlo… Pero si puedo rescatar algo de esas veces que lo ignoré, es que las situaciones me dejaron algún aprendizaje 🙂
Que me doy cuenta lo poco que he escuchado ese 6o sentido!!!
Gracias por compartir