Glosario. ‘I’nocente

Hello, hello ¿Quién está por aquí list@ para una nueva entrega este ‘MARTES DE GLOSARIO? Seguimos con la letra ‘I’ y la palabra es: “inocente”. No, no hablaré de los inocentes como las personas libres de culpa, tampoco de quienes carecen de malicia. La inocencia en coaching ontológico es adjetivo, nunca sustantivo. Lo que ustedes y yo hacemos NO es inocente, y hoy les cuento por qué.

La palabra de la semana pasada fue “inquietud”. Les dije que una inquietud es la manera en que cada uno percibe el mundo. Lo que nos importa es una inquietud; lo que ‘nos inquieta’ habla de la forma en cómo vemos la vida. De la inquietud nace la “inocencia” porque esta no es más que la reacción en consecuencia de lo que nos inquieta como personas. Les doy un ejemplo. Criticarte, hacerte menos, ‘mensearte’, decirte que eres tont@, inútil, etc, aunque sea ‘de juego’, NO es inocente. Nada de lo que hacemos, ni mucho menos de lo que decimos, es inocente. Hacer esto viene de algún lugar de ti que no te has atrevido a ver o a reconocer. Lo que hay detrás es tu inquietud, lo que te importa porque es a lo que has decidido darle valor: falta de valía, falta de amor propio, juicio, autosabotaje. Etc. La inquietud, cualquiera que sea, no es porque sí, es porque tú te has encargado de hacerla.

De todo lo que no es inocente, lo menos es el lenguaje. La palabra crea la realidad. Tiene el poder de construirte o destruirte. La próxima vez que hablen, y sobre todo, se hablen, elijan mejor sus palabras porque a partir de ellas crean sus conversaciones internas con las que salen al mundo. Cierro con esto. No se laven las manos sobre sus actos y vayan a lo más profundo de ustedes a buscar la o las inquietudes que l@s llevan a ser de tal o cual manera. Aprender a reconocer que lo que nos mueve es una ‘manera de ver el mundo’ -muchas veces inconsciente- es un gran primer paso a ser más cuidados@s con quienes somos y lo que decimos. Al final, lo más importante es trascender las inquietudes, nunca evadirlas.