Los símbolos de una vida consciente

En este plano hay dos maneras de vivir y moverte en el mundo: en automático o en conciencia y responsabilidad ¿Es una mejor que otra? No ¿Hay una con mayor impacto que la otra? Sí. 

Si estás en este espacio es porque seguramente has explorado la posibilidad de una vida diferente, mucho más profunda y robusta; la mayoría de las veces incomprendida por los demás, pero que definitivamente resuena más contigo porque te has dado cuenta que no vives para ti o para “no pasarla mal”, sino que eres un impacto en el mundo y en los que te rodean.

Elegir una vida consciente es decisión y práctica constante. No es fácil. Hay detractores, fatalistas, oportunistas; parece, incluso, una utopía. Pero siempre es posible hacerlo diferente y dejar la postura individualista para pensar en comunidad. 

Entonces, ¿cómo se ve una vida consciente? A través de símbolos, y sobre todo, de maneras de ser para practicar todos los días. Alguien que de verdad vive en conciencia de sí mismo y de su entorno tiene tres pilares inamovibles y no negociables:

  • Responsabilidad. 
  • Propósito.
  • Contribución.

Todos son accionables y con efectos prolongados. Lo más importante es notar que para vivir de esta manera hay que ser de estas maneras: se es responsable, se es propósito y se es contribución. 

De estos pilares se desprenden símbolos que, para este espacio, he traducido en pequeños hacks de mindset con la posibilidad de ser tu guía y tu ancla si ya has decidido practicar una vida consciente. Todos representan a un ser humano responsable de cada uno de los eventos de su vida y no una víctima de las circunstancias; centrado en su propósito con el que nutre los espacios y momentos y convencido de que quien es y lo que posee es para dar a los demás:

Todo es posible. Si esto es verdad, no hay nada que limite tu crecimiento o cancele tus oportunidades. Vivirte como creador de tu realidad te mantiene abierto a buscar posibilidades momento a momento. Vive diario como un lienzo en blanco, no desde las excusas y las circunstancias.

Yo importo. Todo comienza desde el reconocimiento y la aceptación del ser humano que eres, por lo tanto, nombrarte como ‘Yo soy’ te hará llegar al ‘yo importo’, y porque importas, vales. Tu valía es la tierra fértil para crear todo lo demás. Hasta que no asumas que tu voz y tu vida importan, todo te parecerá mediocre. Nadie puede hacer esta chamba por ti.

Si va a ser depende de mí. El resultado es tuyo, no de las circunstancias. La responsabilidad es un súper poder que nutre a los demás y construye para ti mismo ¿Quieres que algo suceda? Haz que suceda. Pon un pie enfrente del otro y comienza a andar tu propio camino; el juego de la co-creación es de ti para arriba, no de los demás para contigo.

No es el cómo, es el para qué. Deja de preguntarte cómo hacerlo si no sabes para qué lo estás haciendo; da igual el cómo. Importa el fondo, las formas son infinitas. Preguntarte cómo es prematuro hasta que no sepas para qué.

La vida se trata de dar. Eres un impacto en lo cercano y en lo colectivo. Trabaja en ti porque afectas tu entorno. También, si tienes más, aporta más; si eres abundancia, comparte. Para tener hay que repartir. 

Al final, la señal más importante para saberte empezando una vida de conciencia es una: tu manera de ver los obstáculos. Como los abordas refleja el nivel de entendimiento de la persona que eres. Un ser humano entrenado en esta manera de vivir sabe que los obstáculos son sólo pruebas para llegar al siguiente nivel y las circunstancias están ahí para enseñarle; quien vive en el automático todos los días ve los problemas como eso, problemas, se hace chiquito y una víctima del entorno. 

Te deseo una vida de conciencia larga y nutrida.

Marta Ro. 

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